Cito una noticia publicada hoy: "Al inaugurar el año pastoral de la Iglesia Católica, el cardenal arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, pidió nuevamente al sector privado que realice un "esfuerzo común" ante la crisis económica internacional, para evitar un alza en la tasa de desempleo".
Lo que dice el cardenal es bastante parecido a lo que señalaba en su momento el obispo Goic cuando solicitaba a los empresarios que paguen "un sueldo ético" a sus trabajadores. Es curioso que la jerarquía esclesiástica haga este tipo de observaciones cuando es sabido que muchas veces practican justamente lo contrario con sus trabajadores y empresas.
Sin embargo, lo que más llama la atención es la miopía que caracteriza a la iglesia católica cuando se refiere a temas económicos. Así, por ejemplo, nunca se refieren al crecimiento económico. Nunca se les escucha abogando por estimular la inversión en el país de manera que haya más crecimiento y, por ende, más empleo y riqueza. Parece que los curas desconocen o no quieren referirse a esta parte de la ecuación. Los sueldos no se generan por arbitrio de las empresas. Los sueldos los define el mercado y en la medida que éste adquiere más dinamismo derivado del crecimiento, mejor es el nivel de los sueldos. Este tipo de cosas debieran saberlo los religiosos que administran innumerables colegios y universidades católicas, instituciones que, por lo demás, cobran bastante caro, con precios muy fuera del alcance de los pobres.
Sería bastante deseable que los curas abandonen esta posturas demagógicas que en nada ayudan a solucionar los problemas económicos que sufren todos aquellos que viven directamente de su trabajo. Es posible hacer declaraciones con un poquito más de elaboración, sin tanto lugar común.
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