Si consideramos las proyecciones de crecimiento para Chile, basado en el uso y manejo de sus recursos naturales, es importante el que exista una política medioambiental coherente con los objetivos de crecimiento planteados en conjunto con los resguardos medioambientales que aseguren la sustentabilidad de los ecosistemas. Es así como los sectores mineros, forestales, agroindustriales y pesquero plantean una serie de desafíos medioambientales que es necesario abordar con seriedad y a la brevedad. A esto debemos sumar la consecuente demanda energética, la cual –según distintos pronósticos- se duplicará en los próximos 15 años. Esto implica operar sobre la base de que los recursos disponibles son escasos y que, por lo tanto, su uso debe ser eficiente.
De este modo, el problema ambiental se presenta como una de las principales dificultades para el crecimiento del país.
Sin embargo, hay que evitar que la histeria proveniente del fundamentalismo ecológico se apodere de la escena y pretenda imponer su regresiva visión acerca del problema ambiental. Como alguien dijo por ahí, la pobreza es la peor de las contaminaciones. No sacamos nada con vivir en un entorno super ecológico, pero pobres. Necesitamos asegurar un crecimiento balanceado con un entorno saludable.
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