Nuevamente el extremismo ambientalista pone en riesgo el desarrollo del país. Esta vez, a través de la ley del bosque nativo, normativa que acaba de termitar su trámite en el congreso. El senador Guido Girardi fue uno de los parlamentarios más activos durante el trámite de esta ley, promoviendo varias de sus indicaciones. Respecto a críticas formuladas por el sector privado, señaló que “no vamos a aceptar que se impongan mega centrales o mega sistemas de transmisión que destruyan el medioambiente. No se puede usar como subterfugio que las obras públicas o de conexión vial están en peligro, porque eso está cubierto por normas internacionales”. Según el descriterio de este senador, la infraestructura vial y de obras públicas es menos importante que los árboles.
En lo inmediato, esta ley significará retrasar todos los proyectos de centrales hidroeléctricas, líneas de transmisión, etc. Desde ahora en adelante se deberán solicitar permisos especiales cada vez que algún proyecto ponga en peligro un solo árbol nativo.
De esta manera, no importa que nuestro país sufra retraso y subdesarrollo. Lo importante es que tendremos lindos arbolitos nativos para observar. La cesantía generada podrá disfrutar del paisaje forestal nativo. El fetichismo arbóreo suplirá todas nuestras carencias.
Como una forma de resguardarse de las críticas, los ideólogos ambientalistas sostienen que alrededor del bosque nativo podría surgir toda una industria de ecoturismo sustentable que generará empleos y riqueza. Lo que no dicen, pero lo saben, es que estos empleos resultarán marginales si se comparan con la cantidad de empleos que se perderán como consecuencia de la paralización de muchos proyectos importantes para el país.
Los ecoterroristas no trepidan en hipotecar el desarrollo de un país con tal de alcanzar sus objetivos ideológicos y de imponer sus dogmas al resto de la sociedad.
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