jueves, 20 de septiembre de 2007

Estado y Seguridad


Hace ya más de tres siglos, Thomas Hobbes planteaba que el fundamento del Estado se relacionaba con
la necesidad de los seres humanos de abandonar el estado de naturaleza. Este último sería una situación
de guerra de todos contra todos, la cual haría imposible el establecimiento de sociedades organizadas, prósperas y en que reinara la convivencia pacífica. Un siglo después Immanuel Kant, a quien se debe la concepción moderna de dignidad humana, sostendría que el Estado permite a los hombres tener seguridad en el respeto de sus derechos y de su propiedad, protegiéndolos de la violencia de los otros.
Estas reflexiones de dos de los más influyentes pensadores en la historia occidental, permiten aproximarse a uno de los problemas fundamentales que enfrenta nuestra sociedad hoy, el cual ha sido peligrosamente subestimado: la delincuencia. En Chile esta se extiende como un cáncer, sin aplicarse por la autoridad medidas concretas para contenerla. Lejos de eso, lo que está ocurriendo es un proceso de adaptación a una realidad cada vez más violenta, sin percatarnos de los gérmenes nefastos que ello incuba en el tejido social, ni de los efectos perniciosos para nuestras pretensiones de lograr un desarrollo económico transversal.
Un breve vistazo a la realidad de la región resulta tan esclarecedor como inquietante. En América Latina hay más de 2,5 millones de guardias privados y sólo en Río de Janeiro, por mencionar alguna ciudad emblemática, 133 policías son asesinados anualmente -más que en todo EE.UU.-. A esto se agrega una tasa de homicidios de 27,5 víctimas por cada 100 mil habitantes, contra 22 en África y 1 en los países industrializados. Contamos además con el 75% de los secuestros cometidos anualmente a nivel mundial teniendo apenas un 8% de la población del planeta. Somos en definitiva, la región más violenta del mundo. En Europa y EE.UU. existe un verdadero temor de que la explosión de la delincuencia en Latinoamérica genere un fenómeno de africanización regional. Es decir, una desintegración social a tal escala que haga imposible la gobernabilidad de los distintos países incrementando la inseguridad y la fuga de capitales. Así las cosas, nosotros como latinoamericanos no debemos subestimar el peligro que implica el continuo aumento de la criminalidad en Chile.
No podemos creernos los suizos o ingleses de Sudamérica, como si fuéramos caso aparte. El fenómeno delictivo implica un proceso de deterioro sistemático, progresivo y difícil de revertir, generando en ocasiones tales niveles de erosión institucional, que el Estado como lo conocemos desaparece. La convivencia pacífica es entonces la principal razón que justifica la existencia del Estado, pues sin ella, como sostuvo Hobbes, es la estructura de la sociedad misma la que se ve jaqueada. Pero además en la medida en que el Estado no protege a la población de la violencia de otros como exigía Kant, regresa la autotutela como mecanismo de resolución de conflictos. Y la razón es obvia: si los individuos renunciamos al uso de la fuerza otorgando su monopolio al Estado es porque confiamos en que este la aplicará para garantizarnos la seguridad.
En consecuencia, si el Estado no cumple con ese requisito mínimo, las personas se ven en la necesidad de hacerlo recuperando la administración de la violencia. Es hora de aumentar los costos de cometer delitos fundamentalmente por la vía de un incremento en la probabilidad de la aplicación de castigos para quien delinque. Esto requiere de una urgente revisión al sistema procesal penal, el que fue diseñado concibiendo al eventual delincuente como una víctima del poder punitivo del Estado. Debemos diseñar un sistema acorde a nuestra realidad social, que no es ni la de Suiza ni la de Inglaterra.
Fuente: Axel Kaiser, Investigador del Centro de Estudios Estratégicos Alexis de Tocqueville, programa Chile.

Los Sistemas Económicos


Se llama sistema económico a la forma en la que se organiza la actividad económica de una sociedad, la producción de bienes y servicios y su distribución entre sus miembros. Cada sistema económico se caracteriza por su ordenamiento jurídico que especifica el régimen de propiedad y las condiciones de contratación entre particulares. Es el estado el que elabora e impone ese ordenamiento jurídico y se reserva para sí ciertos ámbitos y formas de actuación. El sistema económico sirve por tanto para determinar qué agentes y en qué condiciones podrán adoptar decisiones económicas.
En el siglo veinte han coexistido sistemas opuestos en diferentes partes del mundo que mostraban similar desarrollo de las fuerzas productivas. El estado ha dominado la economía en países europeos desarrollados o en países africanos o asiáticos subdesarrollados. Las transformaciones sociales siguen siendo dirigidas por grupos de poder, ejército, religiosos, burócratas. No ha sido el ordenamiento jurídico del capitalismo el que ha bloqueado el desarrollo económico, antes al contrario, han sido algunas instituciones jurídicas pretendidamente emanadas de las propuestas marxistas las que, limitando la libertad de los individuos, han frenado la evolución del comercio y la producción, de las artes y las ciencias.
Ciertamente, el mercado, por sí solo, ha mostrado también su incapacidad para resolver de forma satisfactoria las necesidades elementales de gran parte de la humanidad. De hecho, los países que han alcanzado un grado más alto y más armónico de desarrollo, compatibilizándolo con las libertades individuales, con el estímulo a la creatividad artística y a la investigación científica y tecnológica, lo han conseguido gracias a un sistema económico que mezcla el libre mercado con la intervención del estado. Y entre esos países hay que incluir los Estados Unidos y otros que a los ojos del mundo aparecen como abanderados del mercado y del liberalismo.
En nuestros días continúa la vieja polémica, unos pidiendo “más mercado” y otros pidiendo “más estado”. En una sociedad humana viva, en continua evolución, no hay forma teórica de resolver la cuestión. No puede haber una demostración “científica” de qué proporción entre mercado y estado es la más conveniente, o la más justa. Diversas personas y grupos, con diversas ideologías e intereses, son partidarios de una u otra proporción. Se llamen liberales, socialdemócratas, conservadores, progresistas, laboristas, comunistas, radicales, de izquierdas o de derechas, están simplemente presionando en una dirección o en otra, hacia el mercado o hacia el estado, con más o menos fuerza.
La organización que adoptarán las sociedades humanas en el futuro no está escrita en ningún libro sagrado ni determinada por ninguna ley histórica: será la consecuencia de las decisiones que están adoptando en el presente un gran número de individuos y grupos sociales. Muchos confiamos en que ese sistema futuro satisfaga nuestros más íntimos anhelos de solidaridad, cooperación y equidad, que permita la desaparición del hambre, la miseria y la marginación y que todo ello sea compatible con el respeto a los derechos humanos y el impulso a la creatividad individual
El capitalismo

Si se acepta el sentido más amplio, se pueden distinguir diversas fases de capitalismo. Se llama capitalismo mercantil al surgido en la edad media ycapitalismo industrial al surgido tras la industrialización. Lenin utilizó la palabra imperialismo para referirse a la “fase superior del capitalismo”. Otros prefieren hablar de capitalismo financiero para referirse al sistema económico dominante en los países de occidente durante la mayor parte del siglo XX.
Sea cual sea el espacio temporal que se utilice para definir el concepto de ‘capitalismo’ una característica que la mayoría de las personas consideran distintiva del sistema capitalista es el papel preponderante de la libre iniciativa empresarial y de la libertad de contratación. Otra posible definición, por tanto, sería decir que el capitalismo es el sistema económico en el que la economía de libre mercado es dominante. Pero esa definición también puede ser muy insatisfactoria ya que entra en contradicción con las que hemos ofrecido más arriba.
Al estudiar la historia encontramos multitud de períodos y países en los que la libertad de mercado ha sido dominante. Pensemos, por ejemplo, en el Imperio Romano, en el que todos los ciudadanos podían comprar, vender y comerciar. Sabemos que también hubo entonces producción en masa de muchos productos (salsa garum, lámparas de aceite, ánforas, etc.). También fue dominante el libre mercado en la Grecia clásica, en las ciudades fenicias, en los países atravesados por la Ruta de la Seda… E incluso en los imperios de Mesopotamia y Egipto, en los que había un mayor peso del aparato político, militar y religioso, sabemos que los mercaderes circulaban con gran libertad: se han encontrado documentos contables y contratos mercantiles entre particulares de miles de años de antigüedad procedentes de todas las épocas de todos los imperios. No tenemos información suficiente para medir que proporción del producto nacional de los Hititas, por ejemplo, estaba bajo el control del palacio, del templo o de los particulares.
Ahora sí. Ahora si podemos medir con precisión la proporción que representa sobre el PIB los ingresos y los gastos públicos de los estados modernos. Además, la legislación actual de los países más desarrollados controla con extraordinaria minuciosidad la actividad económica privada. Posiblemente más que nunca. La información de que disponen los gobiernos actuales y los desarrollos de la ciencia económica y de la técnica jurídica nos puede permitir afirmar que nunca en la historia hubo un control tan grande de los gobiernos sobre el sistema económico como el que hay en estos momentos.
Después de lo que acabamos de ver ¿Se puede seguir creyendo en la existencia de un sistema capitalista? ¿Se puede seguir creyendo que el sistema económico actual es esencialmente distinto del que hubo en la Babilonia de Nabucodonosor? Algunos lo dudamos.
Para encontrar las características distintivas del sistema económico actual debemos mirar quizá no al papel del estado y la iniciativa privada, sino al papel de las tecnologías de la información.
En el siglo XIX, como consecuencia del desarrollo de nuevos métodos de comunicación y transporte los cambios empiezan a acelerarse aún más. La máquina de vapor se aplica a los ferrocarriles y a los buques. Con el siguiente siglo llegan los automóviles y los aviones. Bell pone en marcha el teléfono. Marconi, la radio. Los imperios europeos pueden recibir informaciones y enviar tropas rápidamente a cualquier parte del mundo. El nuevo sistema económico se expande e impone en todo el globo.
También por primera vez hay un esfuerzo por analizar y comprender su funcionamiento y controlar su evolución. La ciencia económica actual apunta al mecanismo de determinación de precios en mercados libres como la clave del sistema capitalista. Es por ello que recibe también el nombre de sistema de economía de mercado.
El Sistema Económico del futuro

Al igual que la imprenta, abaratando los libros, promovió que mucha gente leyera, Internet, abaratando los costes de publicación y difusión, está promoviendo que mucha gente escriba. La expresión “comunicación de masas” tiene un nuevo sentido desde la popularización de Internet; hasta ahora significaba comunicación “de pocos a muchos”, ahora significa “de muchos a muchos”. Cuando se bucea al azar por Internet resulta asombroso constatar la cantidad y la calidad de los individuos que publican páginas web. Decimos calidad de los individuos, no de las páginas. Es asombroso comprobar que hay centenares de miles de páginas escritas por adolescentes, o por pequeños empresarios, o por simples aficionados que nunca hubieran escrito o publicado ni una sola línea en su vida de no ser por Internet.
Internet y el comercio electrónico puede tener efectos positivos y negativos desde el punto de vista de los países en desarrollo. Por una parte, las nuevas tecnologías tienen un efecto equilibrador. Cualquier fabricante de alfombras de Túnez puede poner una página web que tendrá los mismos colores, el mismo tamaño y estará a la misma distancia del teclado del consumidor que el departamento de alfombras de los almacenes Harrods de Londres; y además a un precio asequible a cualquier pequeño empresario. Pero, por otra parte, puede tener también un efecto de profundización de las diferencias económicas. Lo que está ocurriendo es que los países ricos y las grandes multinacionales se han apresurado a usar las nuevas tecnologías, aumentando así, una vez más, las diferencias entre los grandes y los pequeños, ricos y los pobres.
Mirando al sistema económico del futuro, no vemos razones para que desaparezca el viejo conflicto entre el individuo y el estado, pero sí para que cambie de manera substancial. Es posible que el individuo sea cada vez más libre de “perseguir su felicidad”; pero en esa libre persecución es previsible que haya muchos perdedores que caigan por el camino. Parece muy conveniente pues que el estado tenga capacidad para intervenir y ayudar a los más atrasados, que coja parte de los beneficios que se consiguen gracias al conocimiento acumulado durante toda la historia de la humanidad y los redistribuya entre todos. Eso no va a cambiar o, en cualquier caso, habrá muchos que así lo demanden.
Pero ese estado tiene que cambiar también de forma substancial. Si las empresas son multinacionales y los beneficios son globales, la redistribución también debe ser global. Las instituciones y organismos públicos de carácter internacional están creciendo en número, en tamaño, en diversidad, en efectividad… y en agresividad. Podemos interpretar estos fenómenos como el surgimiento de un imperio, de un gobierno mundial. Y eso significa el debilitamiento de los viejos estados e imperios.
Todos estos fenómenos son tan diferentes a todo lo que ha conocido el ser humano en su historia que permiten considerar que la organización económica que está surgiendo será un sistema completamente distinto a todos los anteriores. Ojalá que sea mejor.
Fuente:
Extracto de: Martínez Coll, Juan Carlos (2001): “Historia económica de la humanidad” en La Economía de Mercado, virtudes e inconvenienteshttp://www.eumed.net/cursecon/1/ edición del 07 de marzo de 2005.

viernes, 14 de septiembre de 2007

El diagnóstico de los sociólogos

Lacra socialUna vez concluídas las actividades de "protesta" del 11 de septiembre, El Mercurio publica hoy el diagnóstico que algunos sociólogos (Mario Sandoval, director del Centro de Estudios de la Juventud de la U. Católica Raúl Silva Henríquez, Cecilia Banz, psicóloga del Programa Valoras de la U. Católica y Raúl Zarzuri, sociólogo e investigador de temas juveniles del Centro de Estudios Socioculturales (Cesc)) efectúan para explicar los sucesos de la violencia desatada la noche del 11.

En general, todos estos profesionales concuerdan que la motivación principal de los violentistas es "quejarse de una sociedad que se presenta como exitosa, pero que los excluye", "hay una distribución tremendamente desigual del ingreso, lo que produce bastante frustración en quienes no pueden acceder al consumo y los bienes materiales", "Como sociedad emitimos un discurso de que estudiar permite elevar la calidad de vida y la movilidad social, pero eso no se ha cumplido".

Siempre que suceden estos hechos de violencia, los sociólogos repiten al unísono estos mismos argumentos. Lo más probable es que la Agencia Nacional de Inteligencia, que está compuesta por casi puros sociólogos, también sostenga lo mismo.

Justamente, sostener este tipo de argumentos es la razón principal de porqué los problemas delincuenciales no se solucionan. El diagnóstico es enteramente equivocado, a lo más explica una mínima parte la causa del problema. Enumero a continuación dos razones que desarman por completo el argumento sociológico:

  • Si la falta de oportunidades o la exclusión fueran argumentos ciertos, entonces en las zonas geográficas más remotas (zonas rurales y pueblos chicos apartados) en donde realmente estos argumentos tienen una cruda validez, debieran registrarse hechos de violencia todos los días. Sin embargo, todos los que hemos visitado ese tipo de lugares, constatamos que eso no solamente no es así, sino que es justamente lo contrario. Los habitantes de esas zonas alejadas de todo tipo de oportunidades tienden a ser más solidarios entre sí y con los forasteros. El tesón, el esfuerzo y el espíritu de trabajo son característicos de los lugareños de esas zonas apartadas. ¿Cómo explican esto los sociólogos?.

  • Una encuesta Casen de Educación, publicada también hoy en El Mercurio, detecta una relación directa entre la cantidad de años de escolaridad y el incremento de los sueldos. Un joven sólo con enseñanza media no supera los $250 mil de ingresos mensual; en cambio, quien cursa educación superior completa percibe en promedio $800 mil. Es obvio que quien posee más conocimientos especializados aumenta sus posibilidades laborales.


El tema central aquí es que para salir adelante y progresar en la vida es necesario estudiar, emprender y trabajar, independientemente de las dificultades del contexto o entorno. No existen atajos para lograr la prosperidad, excepto que se herede una fortuna o se tenga un golpe de suerte en los juegos de azar. La mentada "falta de oportunidades" es sólo una excusa esgrimida por vagos y delincuentes que tienen la creencia que son superiores al resto de los mortales y, por lo tanto, no están dispuestos a trabajar para solventar su vida.

La solución es fácil, las autoridades deben velar por la promoción valórica del estudio, el emprendimiento y el trabajo, a la vez que reprimir la delincuencia, el delinquir debe tener necesariamente un costo. Si las autoridades se dejan llevar por las diagnósticos de los sociólogos, continuarán enviando señales equivocadas a la sociedad y el problema delincuencial jamás terminará. Así de simple y claro, el problema no tiene tantas vueltas. Chao sociólogos, bienvenido sentido común.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

11 de septiembre de la chusma delincuencial

11 de septiembre de la chusma delincuencialComo era de suponer hubo un nuevo 11 de septiembre con más delincuencia y lumpen descontrolado. Esta fue la crónica de un vandalismo anunciado puesto que estos hechos eran claramente previsible toda vez que, como ya he dicho en este blog, las autoridades no hacen nada para evitar que estos hechos se repitan y, por lo tanto, la horda delincuencial está cada vez más atrevida.

No queda ninguna huella de motivación política en estos hechos. Todo es 100% delincuencial. Sin embargo, el gobierno sigue pensando que este es un problema que se arregla sólo sociológicamente. Todavía existen dudas de si conviene o no asignar costos a ejercer la delincuencia. Mientras tanto, muere un carabinero, otros quedan heridos gravemente, el comercio cierra ante sus puertas, las oficinas del centro también, todo el mundo se encierra antes en sus casas por temor a ser agredido por las hordas, hay saqueos y robos, etc.

Para colmo, en una manifestación anterior un senador desubicado (Navarro) se hace el agredido por carabineros en una situación que el mismo provocó, en una marcha en la que participaba apoyando a los agitadores que actúan en conjunto con el lumpen.

Con este tipo de congresistas no vamos a llegar a ninguna parte. Claro que fueron elegidas democráticamente por el "pueblo". Sería interesante saber el número de votos que obtuvieron de parte de la clase delincuencial. Así como vamos los delincuentes conformarán un importante sector al que los políticos deberán escuchar para obtener sus votos. A lo mejor esto ya está ocurriendo y por eso estamos como estamos.

A propósito, la semana pasada anduve por Santiago y, no sé si es la moda o qué, pero observé que gran parte de la gente (sobre todo los jóvenes) se expresa, actúa y viste como delincuente. Tienen aspecto de chusma, hablan puras estupideces que delata su ignorancia y se comportan con una mala educación de la que más encima hacen gala...