martes, 2 de marzo de 2010

Terremoto social



Un potente terremoto afectó a gran parte del territorio chileno provocando cientos de muertos, miles de heridos y billones de dólares en pérdidas materiales.
Desde el mismo comienzo del desastre, el gobierno liderado por Michele Bachelet ha hecho gala de una inoperancia inaceptable, considerando que muchas vidas humanas se han visto afectadas por esta mala gestión.
Desde un ministro de relaciones exteriores que considera no tan necesaria la ayuda internacional, hasta un ministro del interior que reacciona tardíamente ante las urgentes demandas, perdiendo el tiempo en interminables evaluaciones y diagnósticos de la situación.
Como producto de esta desidia, hordas de delincuentes se han apoderado de las ciudades afectadas por el terremoto, saqueando locales comerciales y domicilios particulares. El principal objetivo de los saqueadores son los artículos electrónicos, electrodomésticos y otros suntuarios. Está claro que el pillaje no es motivado por razones de reales carencias.
Sin embargo, al gobierno le ha costado decidirse a sacar las fuerzas armadas a las calles para controlar la situación. A los socialistas les cuesta aceptar la idea de que necesitan la ayuda de los militares. Recién ahora, después de 48 horas del terremoto, decidieron enviar tropas a las calles, pero con limitadas atribuciones.
"Yo quiero hacer un llamado a la conciencia de las personas, (...)no es aceptable el pillaje y la delincuencia", señaló la Mandataria en su más enérgica declaración. ¡La presidenta cree que los delincuentes tienen conciencia!. Esta forma de pensar es la que explica porqué los índices delictivos han subido durante todos los gobiernos de la Concertación. Los delincuentes se han visto alentados por la ingenuidad y estupidez de los gobiernos socialistas, el terremoto sólo sirvió de excusa para que las hordas se apoderaran de las calles, saben que las autoridades son estúpidas y que pueden actuar con casi completa impunidad. El terremoto ya es suficientemente grave como para permitir añadirle un terremoto social provocado por los depredadores sociales.

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