El concepto de Responsabilidad Social Empesarial (RSE) comenzó a introducirse hacia fines de los años noventa, auspiciado por organizaciones ambientalistas y antiglobalización. Rápidamente esta idea comenzó a formar parte del lenguaje común entre los empresarios como una forma de estar a la moda adoptando el concepto de RSE como una nueva herramienta de marketing.
En general, una empresa socialmente responsable es la que se preocupa de, por ejemplo, crear un buen clima laboral interno, mantener transparencia con sus inversionistas, cumplir con todas las leyes laborales, cuidar la relación con sus proveedores, conservar limpio el medioambiente y mantener una buena relación con la ciudadanía. Según esto, no es mucha la novedad que aporta la RSE. De hecho, muchas empresas han aplicado estos conceptos desde siempre dentro de su esquema valórico.
El potencial riesgo que conlleva la RSE es que está en proceso de ser normada según estándar ISO. A saber, la norma ISO 26.000 creará una norma especial para la RSE. Esto puede tener como consecuencia la futura exigencia de certificaciones en esta norma para toda las empresas.
Esto significa derechamente la imposición de una norma valórica a nivel mundial que atenta contra la libertad de los individuos y empresas. Más específicamente, significa endosarle a las empresas responsabilidades que en rigor corresponden a los gobiernos.
Las empresas deben ser libres de adoptar el esquema de RSE que se adapte de mejor forma a la estrategia corporativa. Cada empresa debe tener libertad para definir sus propias estrategias, sin intervenciones externas que lindan lo estrictamente ideológico.
Muchos olvidan que la principal responsabilidad social empresarial consiste en la creación de empleo y de riqueza, contribuyendo de esta forma a la renta nacional. Basta con esta RSE. Del resto, que se encarguen los gobiernos que esa es su función.
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