viernes, 24 de agosto de 2007

Una deuda tecnológica

Vehiculos a combustion internaNo deja de llamar la atención la asimetría con que impacta a la sociedad el desarrollo científico y tecnológico (referidas a asimetrías disciplinarias, no sociológicas). Así, por ejemplo, la informática y la biotecnología han tenido un gran impacto en nuestro quehacer cotidiano. Estamos rodeados de computadores, mejores medicinas, sistemas de comunicación más accesibles, etc. Sin embargo, en contrapartida, para desplazarnos seguimos empleando vehículos con motores de combustión interna, una tecnología de más de 100 años. Es cierto que esta tecnología se ha ido perfeccionando, pero en lo medular el principio sigue siendo el mismo: unos pistones accionados por la explosión de un combustible. El accionamiento de los cohetes es todavía más primitivo y aterrador: una tremenda explosión controlada que hace que el cohete despegue.

¿Porqué el hombre no ha sido capaz de crear sistemas de propulsión más elegantes, más limpios, más eficaces?. Básicamente porque la física no ha sido capaz de recrear, en condiciones controlables de laboratorio, alguna de las múltiples fuentes de energía existentes.

Leí en neofronteras, hace un par de semanas, un interesante artículo que expone que "el efecto casimir inverso podría producir levitación". El efecto casimir consiste en que cuando dos placas metálicas están muy próximas entre sí (separadas apenas por alguna milimicras) surge una fuerza que finalmente junta dichas placas. Interponiendo metamateriales entre las placas se logra el efecto casimir inverso, que hace que las placas se separen. Con esta tecnología podrían construirse vehículos que se desplazen a grandes velocidades con costo de energía casi cero y sin contaminar.

Sin embargo, lo más probable es que esto jamás ocurra. En el mundo de la microfísica (física de las partículas, sub-partículas, etc.) es muy difícil recrear microentornos a escalas más grandes. Tal vez la única excepción fue la energía nuclear.

viernes, 17 de agosto de 2007

El racismo tecnológico

Contaminación

Es increíble como hoy en Chile la sola mención de la palabra "energía nuclear" hace saltar a los fundamentalistas ecológicos lanzando todo tipo de proclamas y frases prehechas en contra esta tecnología. En rigor, parece ser que están en contra de todo tipo de tecnologías. Organismos como Greenpeace abogan por la instalación de un pensamiento único y excluyente, en donde el mundo funciona en base a sistemas de producción artesanales rodeado de verde y flores. Un paraíso para los "artesas" y todo tipo de hippies trasnochados, pero completamente impracticable desde el punto de vista de la sustentabilidad.

Por otra parte, es preocupante como esta nueva religión del oscurantismo verde ha atrapado incluso a muchos connotados académicos que, dejando de lado el método científico, han abrazado los dogmas del ecologismo histérico.

Para muestra, un botón. En europa, el IPCC (panel intergubernamental para el cambio climático) ha definido por primera vez la energía nuclear como un medio útil para limitar las emisiones de CO2 a un coste competitivo. Una afirmación que rescata el positivo impacto ecológico de la energía nuclear, sobre todo en la generación de electricidad, a pesar de sus tres grandes problemas (proliferación, residuos y riesgo). Sin embargo, Greenpeace se ha encargado de difundir sólo estos tres problemas sin hacer mención al tema del CO2, todo esto amplificado por varias "comunidades científicas". Típico del sectarismo tendencioso. La gestión comunicacional de Greenpeace es copia fiel del Ministerio de Propaganda de Hitler.

jueves, 9 de agosto de 2007

The Long Tail

The Long TailC. Anderson, editor jefe de Wired Magazine, escribió a finales del 2004 el artículo The Long Tail, que ha tenido bastante repercusión, en el que presenta un nuevo modelo económico favorecido por Internet.

Según él, Internet y el entorno digital han cambiado las leyes de distribución y las reglas del mercado. La reducción en el coste de almacenamiento y distribución que permiten las nuevas tecnologías, hace que no sea ya necesario focalizar el negocio sólo en unos pocos productos de éxito, en los superventas. Ha surgido un nuevo mercado (la cola larga del gráfico) basado en la suma o acumulación de todas las pequeñas ventas de muchos productos, que puede igualar o superar al mercado de los superventas. Son el antiguo mercado de masas y el nuevo nicho de mercados, representados por la cabeza y la cola de la conocida gráfica de distribución estadística. Un ejemplo que refrenda lo anterior es Amazon. com, más del 50% de los ingresos de la venta de los libros de Amazon proviene de aquellos libros que no son los más vendidos. En otras palabras, Amazon gana más vendiendo aquellos libros extraños, difíciles de encontrar en las librerías.

Esto implica que en los nuevos mercados no tendría validez la ley de Pareto, aquella que indicaba que el 80% de los ingresos provenía del 20% de los productos y usuarios.

Son muchos los sitios y blogs que se han entusiasmado mucho con este asunto, al punto de llegar a apostar que en un futuro próximo, todo el mercado se comportará siguiendo el modelo de la cola larga.

Personalmente, considero que la segmentación de mercados tiene un límite. Probablemente en algunos ámbitos la cola larga se siga extendiendo, pero en contrapartida, siempre existirán mercados masivos que convergen en diferentes ámbitos para los cuales se seguirá cumpliendo la regla del 80/20. De hecho, hoy en día se verifica una creciente expansión en los mercados masivos de materias primas y productos básicos. Hay otro tipo de industrias, como la del entretenimiento, que se tornan también cada vez más convergente hacia un público masivo.

Por otra parte, no todos los sistemas productivos son susceptibles de ser flexibilizados al punto de atender demandas demasiado puntuales. No es posible que una fábrica de papel en Chile se adapte para satisfacer una demanda específica de una imprenta en un barrio de Saygón. El [just in time + flexibilidad] tiene un límite para ciertos sistemas productivos. Ese límite está fijado por restricciones de tipo tecnológicas y económicas.